viernes, 18 de julio de 2014

Cuando el perdón prevalece

Dialogando en Familia
Cuando el perdón prevalece
Alejandro A. Artigas Núñez

            Para muchos, esta palabra, aunque muy corta, resulta muy difícil de digerir, cuando hoy en día se sigue practicando la ley del talión, o ley mosaica del ojo por ojo o diente por diente, y en donde la tolerancia poco o nada se ve o se practica. Es decir, si tu me haces una, entonces yo te hago dos, una por la que me hiciste y la otra para que nunca te olvides de mí y no te vuelvas a meter conmigo. Tanto es así que en nuestro diccionario personal no figura la palabra perdón, y mucho menos la frase: Perdóname me equivoqué; pensando que si perdonamos o pedimos perdón, nos disminuimos como personas, y esto no es así.
            Es posible que en una sociedad tan convulsionada, como esta, nos lleve a no dejarnos de nadie y a luchar constantemente para alcanzar las metas que nos proponemos, sin importar la forma como lo logramos e incluso si toca pasar por encima de quien sea, sin darnos cuenta que cuando practicamos el perdón mejoramos en salud y evitamos hasta el estrés. En nuestros hogares, trabajos y en nuestra vida cotidiana en algún momento en necesario perdonar a determinadas personas, que por voluntad propia o quizá por omisión nos ofendieron o nos hirieron con sus comentarios y comportamientos, en algún momento, lo que nos llevó al punto, incluso, de no dirigirles la palabra, practicando aquello del que me la hace me la paga, craso error, esto es falta de tolerancia y de perdón.
            Los estudiosos del tema han descubierto que cuando no perdonamos nos enfermamos, tanto emocionalmente como físicamente, llegando al punto que solamente cuando perdonamos a esa persona, ser querido o familiar nos mejoramos. Tenemos el ejemplo más grande de la historia de la humanidad en la Biblia: Jesucristo, en las horas de agonía en la cruz del calvario, a pesar de que le estaban crucificando, dijo: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”; y Esteban, uno de los seguidores del Señor Jesucristo, al momento de ser apedreado, también nos dejó para la posteridad una gran enseñanza, una célebre frase: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”, a pesar de que lo estaban matando, y así, les aseguro, que también encontrarán grandes ejemplos de muchos personajes que podemos aplicar en nuestras vidas.
            En las frases del Padre nuestro, la oración modelo por excelencia, se nos enseña también: “…perdona nuestras ofensas, como también, nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”; entonces debemos perdonar para ser perdonados. Hoy esto parece muy difícil de practicarlo, el perdón. Muchos matrimonios, hogares, amistades, la sociedad en general hoy en día, se han distorsionado por no tener la suficiente valentía y madurez para perdonar. Padres que no le hablan a sus hijos; hijos que no le hablan a sus padres, porque simplemente se molestaron y no se perdonaron; vecinos que no se dirgen la palabra. Aquí cabe la conseja de que: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.

            No esperemos el día de mañana para hacer lo que podemos hacer hoy. Arreglemos nuestras desavenencias o diferencias y no perdamos nuestras amistades, unas más sinceras que otras, pero amistades al fin, en incluso a familias, por el solo hecho de no querer perdonar. A pesar de lo difícil de la situación le animamos a saber perdonar, a que perdonemos y veamos las cosas desde otra óptica. Perdone a sus padres, si es el caso; perdone a su esposa o esposo; perdone a su hijo; perdone a sus amigos, perdone a sus vecinos, así como Dios le perdona a usted. Ánimo, no se arrepentirá, no perderá nada y ganará mucho, se lo aseguro.. Hasta una próxima oportunidad si Dios quiere.

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